Ejercicio de crónica ficticia – Gojira (1954)

[30-07-2015]

Caos y pánico en Japón

 

El día que Godzilla atacó

El monstruo de 50 metros hizo su estruendosa aparición en la capital del país oriental, destruyendo todo a su paso. El presunto producto de la radiación de la bomba atómica tomó la forma de un enorme reptil, quién sería el causante de miles de muertes 

Por Javier Muñoz

Fue en aquella fría noche de agosto, cuando sonó la alarma que cundió el pánico en todo el país, donde la gente no tuvo otra opción más que escapar. El día en que los rumores se volvieron ciertos y la inminente amenaza se convirtió en una tangible realidad. Ese fue el día en que Godzilla pisó por primera vez la ciudad de Tokio.

Apenas se avistó la cabeza del monstruo surgiendo desde el océano, se activaron las alarmas y el escuadrón principal de defensa anti-Godzilla se apresuró al frente costero. Las primeras rondas de fuego fueron completamente inútiles frente a tamaña atrocidad que cada vez se aproximaba más a la ciudad. Los esfuerzos de los soldados no tuvieron efecto y finalmente la criatura se reveló por completo.

Godzilla, de unos cincuenta metros de alto, era precisamente como se había avistado fugazmente en anteriores ocasiones: una enorme criatura bípeda con aspecto de reptil, de contextura tosca y escamosa color verde oscuro, una cabeza similar a la de un dinosaurio con una filosa mandíbula y una espalda espinuda que culminaba en su puntiaguda cola. Este monstruo digno de temer ya había pisado tierra y no se detendría hasta llegar a la ciudad.

La gente corría despavorida por las avenidas principales en búsqueda de refugio, provocando atochamientos en sectores más angostos donde tuvieron que intervenir los agentes de seguridad ciudadana. Intentando mantenerse lo más lejos posible de Godzilla, era evidente que el número de damnificados no iba a ser menor.

El monstruoso reptil finalmente regresó al océano, sin antes dejar un desolador panorama; casas destruidas, sectore inhabitables y, por supuesto, gente que no logró escapar de sus garras, dejando así al país por completo en crisis.

La aparición del monstruo marino, aunque pareciese inesperada y repentina, no fue completamente una novedad. Accidentes y ocurrencias inusuales en las aguas que bañaban las costas de Japón fueron la manifestación de la inminente amenaza que asecharía a los habitantes de estas tierras.

 

El llamado de la muerte

El Eiko-Maru, barco de pesca de 7.500 toneladas, se reportó como extraviado el 13 de agosto a las 19:05 horas. La embarcación se encontraba aledaña a la bahía de Tokio y el contacto fue perdido por razones desconocidas, aunque rumores apuntaban a explosiones súbitas como la causa. Horas después de este hecho, el bote de rescate Bingo-Maru fue enviado para investigar el accidente y salvar a posibles sobrevivientes, pero sufrió el mismo destino que el pesquero, desatando pánico entre camaradas y familiares de quienes tripulaban las naves.

Entre dudas y desconciertos, se envió a un grupo de reporteros a la isla de Odo debido a ciertos rumores que, eventualmente, se conectarían con el desastre de las embarcaciones. En este lugar, los nativos aseguran que la pesca no ha dado fruto como de costumbre. Escaseaban los peces. Las aguas ya no eran un lugar seguro.

Ante la interrogante de cuál sería la causa de esta escasez, los nativos entregaron una increíble respuesta: “Esto fue por culpa de Godzilla”.

Este supuesto “Godzilla”, según los habitantes de la localidad, resultaba ser un gigantesco y monstruoso reptil que ya habría atacado previamente a la isla. Muchos de los nativos, desde hace años, incluso consideraban a la criatura como una divinidad. “Él surgiría desde el océano para alimentarse de humanos para sobrevivir. En los viejos tiempos, cuando la pesca era escasa, sacrificábamos vírgenes para que no nos devorase a todos” señaló el cabecilla de una de las aldeas, la más cercana a la costa.

Después de que, el mismo día, se realizara un exorcismo para prevenir la llegada del monstruo, una desconocida fuerza azotó la isla, causando pánico y destrucción en la pequeña aldea; diecisiete hogares destrozados y nueve personas muertas. Incluso el helicóptero en el que llegaron los reporteros fue destruido.

Independiente de que el misticismo detrás de los accidentes fuese innegable, algunas autoridades negaban que un monstruo gigante fuese el responsable. A partir de esto el doctor y paleontólogo, Kyohei Yamane, viajó a la isla de Odo junto a un grupo de investigación. Al analizar la situación e investigar el lugar, Yamane dio con enormes huellas similares a las de un dinosaurio contaminadas con radiación. El mismo día, mientras se realizaba esta investigación, sonó una campana a lo lejos anunciando la llegada de una amenaza. Tanto los aldeanos como los investigadores subieron incansablemente una colina para enfrentarse cara a cara con quien creían que aparecería. Antes de que la muchedumbre llegara a la cima, se comprobó el mito sin dejar lugar a dudas.

El monstruo surgió de los mares y asomó su cabeza por detrás de la colina; una enorme cabeza semejante a la de un dinosaurio soltó un ensordecedor estruendo, provocando el despavorido escape de las personas que no podían creer lo que estaba frente a sus ojos.

El reptil se sumergió velozmente y no se volvió a ver por el momento, pero toda sospecha fue confirmada. La amenaza era real. Nada volvería a ser lo mismo.

 

El origen de la bestia y la resistencia de la humanidad

Luego de que se estudiase a fondo los elementos encontrados después de la aparición de Godzilla, Yamane y su equipo regresaron a Tokio, revelando los frutos de su investigación a las autoridades en una conferencia cerrada: la abrumante presencia de un químico radioactivo en la huella del monstruo. “No hay duda de que las muestras de arena coinciden con los depósitos encontrados del período jurásico”, señaló un preocupado doctor Yamane. “Nuestras lecturas de la radiación en la muestra indican la fuerte presencia de estronio-90, por lo que la evidencia sugiere que el mismo Godzilla debió haber absorbido una gran cantidad de radiación atómica”.

Esta revelación encendió el debate entre autoridades. Algunos eran partidarios de que no se expusiera esta información, tales como el fiscal Ooyama; “Creo que el reporte del doctor Yamane es de extrema importancia, razón por la cual no debe ser revelado al público”.

Por otro lado, otros abogaban por que se supiera la verdad, con tal de tomar conciencia y prepararse ante la gran amenaza. El caos y la interminable discusión persistían, hasta que la decisión final fue tomada. La información finalmente salió a la luz. Se instauró una fuerza especial anti-Godzilla que estaría pendiente ante la posible llegada del gigante, quién haría su primer ataque a la capital dos días después.

Luego de aquel primer azote a la ciudad de Tokio, se instaló una enorme barrera eléctrica de alta tensión que rodeó las costas marinas y se reanudaron las actividades militares, todo esto ante un posible futuro regreso de Godzilla.

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